martes, 7 de abril de 2015

La Esfera, cuento corto


Por: Coco Arredondo

Cuando era pequeño (tendría 5 años) recuerdo que mis abuelos tenía una colección de libros en casa llamada: El Nuevo Tesoro de la Juventud, eran no muy grandes con la cubierta blanca y un árbol en la portada, me gustaba mucho ojearlos pues ilustraba cada tema con fotografía o dibujos, los dibujos, recuerdo que eran generalmente en color negro hechos con tinta china y a pincel;  en uno de esos libros, encontré una fragmento de la obra de Dante Alighieri La Divina Comedia y leí por primera vez los primeros tres versos de la obra, y aunque no comprendía en totalidad el significado del primer verso:
“A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba,
 porque mi ruta había extraviado”
intuía un profundo significado aunque en ese momento no lo comprendía; ahora a mis 40 años comprendo un poco más la frase de Dante, ahora entiendo la referencia que hace a la vida de personas que han llegado a una etapa adulta; en ésta etapa ya no somos niños o adolescentes y estamos más cercanos a la muerte, somos más propensos a pensar en ésta; pensaba que a mis 40, tal vez estaba en el culmen de mi vida, pero no creo que así sea.
La selva oscura representa sin duda, la incertidumbre de no conocer el futuro o de enfrentarse a nuevos caminos a retos que quizá nunca imaginamos vivir, por algo inicia con esos versos en el infierno.
Esta historia es sobre eso que se llama vivir, lo cual no solo significa respirar, caminar, alimentarse, reproducirse y morir; vivir empieza a tomar diferentes aristas y tintes conforme avanza la edad y las expectativas en nuestra vida van cambiando o son moldeadas por fuerzas externas que no entendemos, que ni siquiera imaginamos que puedan existir.
Todo comienza cuando deshabito el espacio líquido dónde crecí, un profundo respiro (como el que se toma antes de sumergirse en una alberca intentando llegar hasta lo más profundo), llanto…de pronto abro mis ojos, veo mis manos y pies, diminutos comparados con lo grande que eran en el otro universo donde viví, todo pasa tan rápido que pierdo la conciencia de tiempo y espacio, de pronto dejo de ver, mis ojos se apagan.
Despierto y estoy rodeado de gente, aún no me reconozco en el mundo físico lo único que alcanzo a ver nuevamente son mis manos y mis pies en forma borrosa: veo gente, no me puedo comunicar con ellos, un mundo de preguntas inundan mi mente, me dejo llevar por esta nueva experiencia creo que mí vida en éste mundo tiene un rato de haber comenzado aunque no sea completamente consciente de ella.
Apenas puedo balbucear palabras, pero cuando hablo con mi madre para preguntar: ¿cómo llegué aquí? hace referencia a que nací en mi casa, me comenta quien la ayudó en el parto, creo que mi madre no entiende que me no refiero a éste cuerpo físico que me contiene, sino más bien al espíritu atrapado en él mi verdadera esencia (pero no me sé explicar); trato sin éxito de recordar el momento justo en que abandoné mi universo húmedo y llegué a habitar el mundo, éste cuerpo, ¡pero no puedo recordar!. Las palabras de mi madre explicando mi llegada, ¡no me convencen! No las acepto, debe haber algo más. Creo que ella olvidó ya de dónde viene, olvidó que platicábamos largas horas sobre nuestra venida a éste mundo, y sobre cómo decidimos encontrarnos aquí como madre e hija, creo que olvidó también la fórmula secreta para regresar, ella era mi esperanza.
Tengo 5 años y solo puedo recordar mi vida física hasta cuando tenía 3, ahora a los 40 ya no puedo recordar ni siquiera cuando estudiaba en la secundaria, ¿qué pasa?, no entiendo, ¿por qué se van los recuerdos?, ¿por qué me olvido de mi origen espiritual al pasar de los años?, ¿cómo será cuando muera, cuando tenga 70?, ¿olvidare mi origen?, ¿olvidaré que soy espíritu?.
A los 5 años me gustaba sentarme de cabeza sobre algún sofá e imaginar que el mundo correcto es (en ese entonces) lo que mis ojos ven al revés, donde la lámpara de la sala colgando del techo, sería (en el mundo real) una lámpara saliendo del piso, ¿por qué las cosas no pueden ser como en el mundo al revés que mi ojos ven? ¿qué, nadie lo ve?. Hoy esas visiones podría pasar perfectamente como una instalación de arte contemporáneo, claro justificando plenamente el discurso artístico, todo sería más divertido y creo fehacientemente que es la esencia de dónde vengo: el mundo al revés, donde no existe un cuerpo que te contenga, que límite y dónde eres libre de creer que todo puede ser.
En el mundo al revés (lo llamaré así para no asustar a nadie) los cuerpo no existen, el espíritu vive libre en un espacio, infinito, no se le puede describir  tácitamente pues solo existe paz y tranquilidad, existe un sonido hermoso que semeja al viento cuando golpea los oídos con un aire fresco, es un aire tan fuerte que podría elevar suavemente por los cielos a una mantarraya flotante de colores, ¿lo imaginan?…no hay ruido de camiones, ni gente hablando constantemente quejándose de sus vidas, no existe el sonido sobresaltante del teléfono, el sonido no existe, ¡no es maravilloso! ni siquiera el latir de tu corazón puede interrumpir esa eterna paz. Las almas que lo habitan, no necesitan hablar para comunicarse, las familias no existen, ¡todos son una gran familia!, no debes probar ser el más listo de la clase, graduarte con honores, tener un empleo muy bien pagado, no presumes tus pertenencias, pues tu única y más preciada pertenencia eres tú y la pureza con la que vibras e iluminas el universo. Todo el concepto de lo material que en éste mundo conocemos, no existe en el mundo espiritual, por lo tanto, el ladrón no tiene razón de existir, porque la bondad, el respeto, y el amor, son cosas que no se pueden hurtar.
Es  casi 22 de febrero cumpliré 40 años. He dejado de preguntarme hace mucho tiempo, por qué mi cuerpo me contiene, casi olvido mi universo líquido, hasta el día de hoy, estando a una semana de cumplir 40 años; vuelvo a toparme en el librero con la novela de Dante y justo abro en el primer verso, el verso donde se hace referencia al infierno, creo que es un momento liberador, es un duro golpe a mi  confort y a mi equilibrio humano. Me obliga a repensarme en éste mundo y a no olvidar mi origen, a creer a dejar lo material de lado, trato de rescatar lo poco que recuerdo del lugar de donde vine.
Una vez un amigo me dijo que ¿cómo estábamos tan seguros de que no estábamos viviendo ya en el infierno? - piensa bien, éste mundo es solo sufrimiento y desdicha, ¿quién te dice que no estás ya en el infierno?-, en ese momento no tomé aprecio de sus palabras, pero ahora, ahora todo cambia, es justo hoy cuando se revela ante mis ojos, las repeticiones que hacen girar éste mundo, las repeticiones de vidas, de almas (muchas ciegas y sordas) que vienen y se van de éste mundo sin percatarse de la realidad de su origen, esas almas que se cruzan en mi vida y que de alguna forma reconozco de vidas pasadas, ¡mi cabeza explota!, no logro ordenar tantas ideas, pero más que ordenar, comprender, contener.
Mi cuerpo ya no es el de aquel ser que llego a éste mundo hace 40 años, ha cambiado, sin embargo continuo viendo solo mis manos y mis pies, mi espíritu sigue preso. Cuando camino por las calles, lo único que ve son mis manos y mis pies, pienso en el número de veces que recorrido esas calles, las calles de mi ciudad, una ciudad en la que he vivido atrapado por 40 años; por más que lucho para alejarme de esas calles y de ésta ciudad. No lo logro, me siento en una esfera de cristal muy pequeña, creo que alguien en el exterior de la esfera, esta observando la ciudad contendía en ella, y agita la esfera a voluntad y con maldad para revolver la vida de los que en ella habitan, entre esas vidas, la mía.
Pero parece a nadie importarle, creo ser la única persona que se da cuenta de ello,  a veces, cuando desespero tengo miedo de salir a caminar por las calles, temo que algo malo ocurra una desgracia, en esos momentos volteo al cielo y trato, me esfuerzo mucho por ver esa mano que agita mi esfera, a veces ¡con violencia tal! que todo lo construido se desmorona (mis sueños, mis amores, mis ilusiones), así, nomás con un simpe movimiento, no, no la he visto, solo la intuyo.
He caminado mil veces de mi casa al centro de la ciudad recorriendo los mismos 400 metros de ida y de regreso, no diariamente pero si año tras año, tras año, ¿no es un infierno?, cuando lo hago, solo veo unos pies que cambian de zapatos, que repiten trayectos, (sin la posibilidad de dejar de hacerlo), parece que estoy condenado a repasar y repasar los mismos caminos, las mismas distancias para aprender algo que me es imposible ver, que no logro reconocer, me siento observado, ¿acaso no es un infierno?.
En un inicio cuando niño, esos recorridos eran fabulosos; soñaba en viajar y conocer Europa, escalar montañas, de adolescente no me importaba hacerlos pues no caminada solo, caminaba acompañado de una hermosa mujer que me hacía sonreír y soñar que todo se podía hacer que no existía límite alguno, ¡Dios, era tan feliz!; pero de adulto, de adulto me doy cuenta de que estoy maldito y condenado a recorrer esos trayectos una y otra vez. No lo tolero, me doy cuenta de que vivo repeticiones, de que mi espíritu no puede escapar de éste cuerpo que repite trayectos; que no importa el tiempo, que veo mi vida deslizarse, desvanecerse en ese mismo trayecto una y otra y otra vez sin llegar a ninguna parte de las que soñé. ¡Eso no es vivir!
De pronto olvido que soy espíritu y que aunque este atrapado en éste cuerpo, sé que aún conservo la habilidad de ser libre, conservo la habilidad de liberar mi mente…es solo que la he olvidado, así como olvido de dónde vine…¿por qué es tan difícil vivir en éste cuerpo?, ¿por qué nadie me entiende?. ¿por qué es tan difícil recordar?.
Quisiera que el fin llegara pronto y escuchar solo verdadera música en mis oídos, en mi corazón, quiero escuchar al viento golpear mis oídos como un aire fresco….no quiero continuar atrapado en éste cuerpo que se revela a mis deseos y no me da la libertad de amar y ser amado, de acercarme siquiera un poco a mis sueños quisiera que el fin llegara pronto, antes de que esa mano invisible agite a capricho nuevamente la esfera y cambien de nuevo el rumbo de mi existencia.

Shooting Regina







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